En el área atlántica de Navarra, los veranos se caracterizan por tener temperaturas suaves y un régimen de precipitaciones relativamente razonable tanto en cantidad como en su distribución. A pesar de ello se produce un cierto agostamiento de las praderas y pastos y, en consecuencia, una disminución de la producción de forraje. Por ello las explotaciones ganaderas, generalmente con limitaciones de base territorial, recurren a cultivos forrajeros adaptados a esas condiciones climáticas (maíz, sorgo, etc.) para obtener un forraje que, conservado mediante ensilado, se utilizará para alimentar al ganado en los periodos de “parada” vegetativa de la producción forrajera.
El manejo de estos cultivos presenta dificultades tanto estructurales (pequeña dimensión de las parcelas, orografía poco favorable, caminos de tránsito deficientes) como intrínsecos (costes de cultivo elevados, climatología adversa, incertidumbre de producción, mecanización). Esto hace que en un porcentaje alto de los años no se alcancen los objetivos de producción.
Ante esta situación, en INTIA se han estudiado alternativas de cultivos forrajeros que se puedan adaptar a las condiciones agroclimáticas estivales atlánticas y mantengan un buen nivel de producción y calidad. Una exigencia prioritaria es que se trate de cultivos herbáceos que no precisen de maquinaria diferente a la utilizada por los ganaderos para el aprovechamiento de los otros recursos forrajeros (praderas, pastizales) que manejan habitualmente. En el verano de 2016 se han testado diez especies exóticas de procedencia diversa; sólo una de ellas, la moha, se había probado antes en Navarra durante las campañas 2013 y 2014. Tres de estas especies han dado unos resultados prometedores en manejo de dos cortes, como puede verse en el artículo.