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Número 247: julio-agosto 2021

Enoviticultura
Viticultura atlántica en Navarra

Autores: Ana Sagüés Sarasa, José Félix Cibriain Sabalza, Alfredo Rueda Díez, Izaskun Oria Ostiz, Ainhoa Huarte Elósegui y Karmele Jimeno Mendoza. Sección de Viticultura y Enología (EVENA). Gobierno de Navarra

La situación geográfica de Navarra en la península ibérica conforma que la Comunidad Foral sea uno de los límites de la expansión por el norte de la vid en la península. En tiempos recientes, el límite más septentrional dentro de la comunidad se localizaba en la comarca de la Cuenca de Pamplona. Ahora bien, este límite ha venido por una especialización debida a factores de índole económico o histórico y no tanto por condicionantes ecológicos. Considerando los parámetros ambientales, muchos parajes de nuestra vertiente cantábrica manifiestan viabilidad para el cultivo de la vid. 

Ya en 1970, Salvador de Mensua afirmaba que en la Edad Media el viñedo navarro sobrepasaba su área actual. Es necesario tener presente que la especialización del cultivo de la vid en las comarcas en las que se asienta en la actualidad es reciente y coincide con la época en la que se intensificó el comercio al final del siglo XIX. Cuando primaba el autoabastecimiento, bien por necesidad como bebida o alimento o como uso litúrgico, la viticultura se desarrolló en lugares que hoy nos resultan inverosímiles, como la Cuenca de Pamplona, el valle del río Arakil, muchos de los valles pre-pirenaicos o incluso la zona atlántica. Lugares donde paulatina e inexorablemente la viticultura fue desapareciendo en el transcurso del siglo XX.

En la zona atlántica navarra, aun siendo escasa la producción de vino, en las viejas ordenanzas baztanesas se hablaba del precio de venta del “quartón de vino y sidra o pomada”, más caro por cierto el de esta última, lo que hace presumir la baja calidad del antiguo vino baztanés.

Otro testimonio probable de una antigua ocupación vitícola, aunque de carácter residual, es la existencia de topónimos eusquéricos dentro de la toponimia menor de las Cinco Villas de Navarra, que demuestran la existencia de viñas. Además, durante los trabajos de este estudio fue localizado material vegetal vitícola de híbridos productores directos en la zona de Arizkun. Estas cepas, hoy asilvestradas, han permanecido como testigos vivos inmutables de una pretérita viticultura que perduró hasta finales del siglo XIX (durante más de 120 años). Probablemente las plagas llegadas desde el continente americano (oídio, mildiu, black rot y filoxera, en este orden), propiciaron la decadencia de este modelo de actividad agraria en el entorno, hasta hoy.
En la actualidad, los viñedos han vuelto al paisaje del Valle de Baztán en parajes de Arizkun y Oronoz Mugaire mediante dos proyectos vitivinícolas de jóvenes emprendedores que desarrollan el cultivo en colaboración y con el apoyo de la Sección de Viticultura y Enología del Gobierno de Navarra.

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