Durante la década de los ochenta el cultivo de colza llegó a superar las quince mil hectáreas sembradas en los secanos de Navarra, siendo una alternativa muy interesante para los agricultores en ese momento. Su llamativo colorido en primavera, cuando el cultivo entra en floración, hizo que no pasara desapercibido para nadie.
En los últimos años, sin embargo, apenas se han mantenido de un modo simbólico unas pocas hectáreas debido a la bajada de los precios y, como consecuencia de ello, a su menor rentabilidad para los productores.
Recientemente, la demanda de colza para la producción de energías renovables vuelve a poner en el candelero este cultivo, con nuevas espectativas y posibilidades de retomar su espacio en el agro navarro.
El ITG Agrícola ha evaluado las nuevas variedades de colza que aparecen en el mercado tanto en lo que se refiere a producción de grano como en cuanto a su rendimiento para la obtención de biomasa.