Si de alguna manera hubiera que definir la campaña pasada durante el periodo de aplicación de los herbicidas de invierno, sería de persistente sequía.
Todos los años, es la climatología la que marca la evolución de la flora, su periodo de nascencia, presión… Posteriormente, en función de estos factores, se realizan las aplicaciones en post-emergencia de los herbicidas.
El otoño pasado se caracterizó por las importantes lluvias caídas hasta la segunda quincena de noviembre, lo que permitió la emergencia de malas hierbas y su temprana eliminación mediante labores y herbicidas de presiembra. A partir de este mes comenzaron las bajas temperaturas y el tiempo seco. Unicamente en los días 8 y 9 de diciembre se produjeron algunas precipitaciones irregulares para después continuar con tiempo muy seco y abundantes hielos hasta el 28 de marzo. Esta situación originó una paralización tanto en el cultivo del cereal como en el de las malas hierbas. Durante este periodo se suelen realizar la mayoría de las aplicaciones herbicidas, circunstancia que este año no se cumplió esperando mejores condiciones. Estas llegaron en abril y primera quincena de mayo con continuas precipitaciones y fue en este momento cuando se realizaron la mayoría de los tratamientos herbicidas, aunque en algunos casos como en las zonas Intermedia y Media ya era tarde para los tratamientos antigramíneos y estos no se pudieron llevar a cabo, quedando las parcelas con importantes infestaciones de estas malas hierbas.