La evolución de los resultados técnico-económicos de los últimos años explica las razones del desánimo actual de los ganaderos productores de vacas nodrizas. Los precios que reciben no sólo no han subido al ritmo del IPC, como los de cualquier otro producto, sino que incluso han bajado respecto a los de 1993. El sistema de subvenciones ha permitido que la carne de vacuno se estancara en esos precios, a fin de hacerlos más asequibles para el consumidor, al tiempo que se mantenían las rentas de los ganaderos para que siguieran produciendo.
Así veremos que, hoy en día, estas explotaciones destinan el 39% de las ayudas que reciben para cubrir los gastos que genera la propia actividad, porque los ingresos que perciben por rentas se encuentran por debajo de sus costes. Si las ayudas disminuyeran, según la tendencia actual de la Política Agraria Comunitaria, muchas ganaderías resultarían deficitarias y correrían el riesgo de desaparecer.
Una solución fácil sería incrementar los precios que cobran los ganaderos hasta compensar sus gastos, pero habría que ver hasta qué límite estaría dispuesto a asumirlo el consumidor. Podría ocurrir que al subir el precio de la carne bajara la demanda, lo cual conllevaría una pérdida de mercado por menos consumo, dando lugar también a cierre de explotaciones.
Los datos recogidos en las últimas campañas por el ITG Ganadero en una muestra de explotaciones navarras reflejan esta difícil situación, tal y como puede verse en el artículo.
¿Qué ha hecho el ganadero durante estos años para mantener sus rentas? Fundamentalmente aumentar el censo de cabezas de ganado de su explotación. ¿Es posible continuar en esa línea? ¿Qué se puede hacer para contrarrestar los efectos de un posible descenso en el importe de las subvenciones? ¿Hay posibilidades técnicas de actuar en la propia explotación, para conseguir mayores ingresos sin aumentar los precios? Comprobaremos que sí. Un primer paso será mejorar la productividad y aumentar los kilos de carne obtenidos por vaca. Para ello existen herramientas como el control de producciones, la eliminación de las vacas improductivas o problemáticas, y la mejora del índice de terneros vendidos por vaca, entre otras.
Pese a todo a corto plazo, en el 2008, se anuncia una nueva revisión de la PAC actual que sigue arrojando sombras e incertidumbres respecto a la viabilidad futura de nuestras explotaciones.
