Es cada vez más frecuente encontrar consumidores que piden y exigen una mayor calidad en los productos y no solamente desde el punto de vista visual, sino también desde la perspectiva del "sabor". La mayor parte de la leche producida en las explotaciones ovinas navarras se destina a la elaboración de queso. En este sentido hay una tradición consolidada por parte de los elaboradores de queso que les lleva a rechazar la leche producida con ovejas alimentadas con materiales ensilados, habitualmente procedentes de cultivos como el de gramíneas herbáceas mezcladas con leguminosas o cultivo de maíz forrajero. Los elaboradores justifican este rechazo por el riesgo de aparición de esporas butíricas en los quesos cuyo origen pudiera estar en el ensilado. Ante todo, dicen, está complacer el gusto y salud de los consumidores.
Sin embargo, esa prevención no tiene sentido cuando los ganaderos trabajan con silos de calidad y, en cambio, les perjudica a la hora de alimentar los rebaños.
Aunque una de las potenciales fuentes de contaminación son los silos de mala calidad, lo cierto es que existen también otras fuentes que la originan como los henos, piensos, poca limpieza en las áreas de ejercicio, escasa limpieza de los animales, insuficiente iluminación de las cuadras y salas de ordeño, incorrecta desinfección de la ordeñadora (Sanna et al., 1993).
El ITG Ganadero ha realizado un estudio sobre la calidad de los silos en Navarra (España) y la influencia que pueda tener en el producto final, el queso, al alimentar un rebaño ovino con esos materiales. La prueba se ha realizado en la finca experimental del ITG Ganadero en Roncesvalles y en la Quesería SAT Roncesvalles, y el resultado demuestra que el tipo de alimentación no influye en los quesos si el ensilado es de buena calidad, ausente de listeria.