Continuamos la serie de artículos que analizan la relación entre la fertilización, como práctica agrícola, y el respeto al medio ambiente haciendo especial hincapié en las zonas sensibles a la contaminación con nitratos, también llamadas "Zonas Vulnerables".
Este artículo continúa el iniciado en el número anterior (número 186 de esta revista) bajo el mismo título general. Se trata, por tanto, de la segunda parte de un mismo artículo publicado en dos entregas, en el cual se pretende dar pautas concretas para racionalizar la fertilización de los cultivos de regadío compatibilizando los objetivos agronómicos y medioambientales. En la anterior entrega se presentaron las recomendaciones para el maíz, mientras que esta parte se centra en las recomendaciones para los cereales de invierno (trigo y cebada) y en el bróculi.
Se incide especialmente en el uso del nitrógeno (N), cuyo uso generalmente es imprescindible para alcanzar unas buenas producciones, porque su abuso puede provocar la contaminación de las aguas subterráneas y en consecuencia la declaración de Zonas Vulnerables. Por este motivo, en estos dos artículos se aborda el ajuste de la fertilización en los principales cultivos receptores de abonos nitrogenados, dado que el Nitrógeno aportado a estos supone el 80% del N mineral aportado en regadío.