Este cultivo, con unas 170.000 toneladas de producción estimadas en el Valle del Ebro, continúa siendo uno de los de mayor peso dentro de nuestra agroindustria, aunque en los últimos años ha bajado el número de empresas que elaboran este producto. Después de la política de desacople de ayudas de la Unión Europea, parece ser que las perspectivas económicas para el productor han mejorado. Además ha habido una fuerte demanda por parte de los industriales. Debido a ello, la superficie dedicada a este cultivo ha crecido en la última campaña, tanto en Navarra como en el conjunto de España.
En lo que se refiere al comportamiento de la propia campaña, hay que señalar el retraso tan importante que ha habido en la recolección. Hacía años que en la campaña de tomate no se había recogido tanta producción en el mes de octubre ni la cosecha había finalizado tan tarde. Ello se ha debido a la climatología excesivamente primaveral y lluviosa de este año durante la campaña de tomate. Las lluvias persistentes del mes de mayo retrasaron las plantaciones incluso hasta finales de junio. A eso se sumó un verano de temperaturas más suaves de lo normal, lo que retrasó el desarrollo y la maduración del tomate.
Respecto al material vegetal disponible en el mercado, cada año se van delimitando más las características de las diferentes variedades según las demandas de la industria y los consumidores. Por ello se realizan en Navarra ensayos concretos para cada tipo de tomate (pelado, otros usos, con alto contenido en licopeno, todo carne, etc).
El Instituto Técnico y Gestión Agrícola sigue apostando por la experimentación en este cultivo, tanto en variedades como en técnicas agronómicas, con el fin de ofrecer a los productores e industriales la información más fiable, de cara a conseguir la mejor calidad y rendimiento posible del tomate.