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Número 174: mayo-junio 2009

Melocotón
Sistemas de formación en melocotonero

En la historia de la fruticultura, la formación y poda de los frutales ha ido adaptándose a las distintas circunstancias en cuanto a las exigencias de producción y calidad, costo de la mano de obra, maquinaria disponible, etc.

Su decisión siempre ha sido difícil, máxime cuando se debe tomar en el momento de la plantación e influirá a lo largo de toda la vida de ésta.

Con objeto de poder asesorar a los fruticultores de Navarra, por parte del ITG Agrícola se implantaron dos campos experimentales, sobre dos patrones distintos, uno de vigor alto, GF 677 y otro de vigor bajo, Adesoto, con distintos sistemas de formación y densidad de plantación.

En el presente artículo presentamos los resultados obtenidos en dos ensayos de formación implantados a partir de 1994 en la Finca Experimental de Cadreita

Antecedentes

Según el último inventario realizado en 2005 por el Departamento de Agricultura del Gobierno de Navarra, el melocotonero ocupa en Navarra 849 hectáreas, situándose en segundo lugar después del peral entre los frutales de regadío. Los sistemas de formación de los árboles frutales han pasado a lo largo de los años por diferentes tendencias. En los inicios se dejaba a los árboles crecer de forma libre, pero el desarrollo de la fruticultura hacia mayores superficies indujo a racionalizar los sistemas de formación y poda.

En la decisión de qué sistema utilizar intervienen diversos factores, resaltando los de carácter económico, técnico e incluso los climáticos.

Los factores económicos son determinantes, pues en base al sistema empleado variará el capital de instalación o el circulante, además, la mano de obra empleada en las labores más importantes, como son la poda, el aclareo o la recolección, se ve directamente influenciada por el sistema de formación. Entre los factores técnicos destacan la variedad y el patrón, por su influencia en el vigor, en la forma de vegetar, etc.

Entre los climáticos, por ejemplo, la intensidad del viento puede ser determinante en la elección, ya que determinadas formaciones se complican en su ejecución cuando los vientos son extremadamente fuertes.

Además, teniendo en cuenta la singularidad del melocotonero, en cuanto a su exigencia en energía lumínica solar (el sombreamiento de las ramas productivas, induce al desnudamiento de éstas por la muerte de las yemas, así como a una pérdida de calidad de la fruta obtenida), y partiendo de la premisa de que a mayor densidad de plantación se obtienen en general mayores producciones, al menos en los primeros años de cultivo, cabe preguntarse qué grado de intensificación permite el melocotonero.

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