Un año más, la campaña cerealista ha estado marcada por la climatología con consecuencias negativas en los campos de Navarra. Ha habido lluvias abundantes, incluso excesivas, en unas épocas y sequía en otras en las que se necesita humedad. La lluvia y la nieve han dificultado las labores en el otoño y comienzo del invierno, lo que ha resultado perjudicial para la producción final en muchas parcelas.
Lluvias de entre 80 y 100 l/m2 a finales de octubre y primeros de noviembre paralizaron la siembra y van a marcar una significativa diferencia entre lo sembrado antes y lo sembrado después de este periodo húmedo.
Las siembras realizadas con anterioridad se hicieron en general en muy buenas condiciones y las nascencias fueron rápidas y uniformes, mientras que las siembras posteriores a este periodo de lluvias, realizadas a lo largo del mes de noviembre, tienen que soportar condiciones de exceso de humedad en suelo y bajas temperaturas que dificultan su implantación, especialmente en el caso de las cebadas.
Estas condiciones de siembra son más desfavorables para los agricultores que realizan no laboreo (siembra directa). Por ello esta técnica se ha visto perjudicada este año, cuando la siembra se realizó en noviembre o diciembre.
El mes de diciembre, también marcado por las lluvias y la nieve, dificulta la realización de las labores agrícolas (fertilización y aplicación de herbicidas de invierno). El desarrollo de los cultivos es malo para las siembras de la segunda época descrita. Algunos lotes de semilla de insuficiente calidad, provocan por este motivo problemas significativos de implantación e incluso algunas parcelas llegan a levantarse.
Por el contrario, la etapa siguiente de desarrollo estuvo marcada por una ligera sequía y por tormentas posteriores y golpes de calor, en la primavera. Hay que señalar especialmente los largos periodos sin lluvias que hubo en febrero y marzo, con consecuencias en la productividad de los cultivos.
En general la cosecha de esta campaña no ha cumplido las espectativas, con menores producciones de las esperadas, incluso 1 tonelada menos por hectárea que el rendimiento habitual en secanos frescos y la zona media de Navarra.
Los cultivos alternativos siguen sin evolucionar, alcanzándose entre colzas, guisantes, vezas y habas apenas las 3.000 hectáreas de superficie. Sus resultados han sido buenos, salvo en alguna parcela donde cayó pedrisco en el caso de la colza. Dado que en general las producciones de cereal detrás de estos cultivos alternativos se han visto muy favorecidas este año, es posible que esto incentive el aumento de superficies de dichos cultivos alternativos para la próxima campaña.