Cuando se habla de sostenibilidad se tiende a pensar en términos ambientales, ya que ha sido la contraposición “crecimiento económico – medio ambiente” la que ha llevado a manejar por primera vez el concepto de desarrollo sostenible. En lo que afecta al sector agrario, es indudable que la importancia del medio ambiente es cada vez mayor, no sólo por las afecciones que las prácticas agrarias pueden tener sobre el ciclo del agua, sobre las emisiones, sobre la salud de los suelos, sobre la calidad de los productos, sino porque las políticas agrarias han decidido incorporar estas externalidades al reparto de las ayudas PAC.
Uno de los objetivos de la última reforma es la mejora del comportamiento medioambiental, para lo que en el primer pilar establece, además de la condicionalidad, un componente de “ecologización” obligatoria en los pagos directos que apoyará prácticas agrícolas beneficiosas para el clima y el medio ambiente. Por otro lado, entre las prioridades establecidas en el segundo pilar se plantea: i) la mejora en la gestión del agua, de los fertilizantes y plaguicidas, ii) prevenir la erosión del suelo, iii) mejorar la eficiencia de la energía y el uso de fuentes renovables y iv) reducir las emisiones de gases de efecto invernadero e incrementar la captura de carbono.
Queda claro que los aspectos ambientales tienen cada vez más presencia, lo que obliga a incorporar este tipo de información a los futuros programas de gestión. Como un primer acercamiento realizado en este sentido, se presentan en este trabajo algunos resultados de los indicadores de carácter ambiental que se han calculado sobre un grupo de 25 explotaciones de Navarra especializadas en ovino de leche.