Todo productor de cerezas sabe que el calibre de los frutos determina el precio de venta y, por tanto, este factor tiene una influencia directa sobre la rentabilidad de su explotación.
Calibres inferiores a 26 mm son difícilmente comercializables.
El rango de calibres 26-28 es lo que la mayoría de los fruticultores obtiene y como consecuencia de esto, cuando el mercado se satura, son los que antes sufren las caídas de precios. Y por último, los calibres superiores a 28 o incluso de más de 30 siempre tienen demanda en los mercados, se cotizan y nunca sobran.
Es curioso comprobar que, en especies frutales como el melocotonero, el fruticultor dedica anualmente entre 150 y 200 horas por hectárea de media, en la tarea del aclareo de frutos. Sin embargo es excepcional el productor de cerezas que está predispuesto a invertir en esta técnica.
La mayor parte de las veces solo se acude al aclareo de frutos en cerezo cuando hay tal sobreproducción que se ve de forma clara la ruina comercial y normalmente, para cuando se actúa, ya es tarde.
En INTIA pensamos que es más interesante apostar por quedarnos bajos en producción, pero con buenos calibres, a pasarnos en producción a costa de bajos calibres. En el primer caso, venderemos bien nuestra producción y tendremos poco coste de recogida. Para demostrarlo en la práctica, hemos llevado a cabo un ensayo comparativo.
Sobre una parcela ya establecida, se han aplicado todas las técnicas culturales que conocemos en pro de lograr los mejores calibres y al final se observa que el calibre viene condicionado fundamentalmente por el número de hojas por fruto.
El aclareo de yemas, ramilletes de mayo, flores o frutos tiene, por tanto, una influencia directa y diferente sobre el calibre final. En este artículo presentamos los resultados obtenidos por INTIA en sus ensayos con el aclareo de flor y se dan unas reglas básicas para la realización de diferentes técnicas de aclareo.
