En el centro de los debates sobre sostenibilidad medioambiental y cambio climático se está poniendo el foco en la actividad agroganadera, que obviamente se realiza en el medio natural e incide por tanto en el equilibrio medioambiental de las regiones.
Pero ¿de qué hablamos en realidad? ¿Qué significado tiene la palabra “sostenibilidad” y cómo se puede medir en el sector primario?
La agricultura y ganadería sostenibles son aquellas que, en el largo plazo, contribuyen a mejorar la calidad ambiental y los recursos básicos de los cuales depende la agricultura, satisfacen las necesidades básicas de fibra y alimentos humanos, son económicamente viables y mejoran la calidad de vida del productor y la sociedad en general.
Hoy se habla de las emisiones de CO2 que genera la ganadería y en cambio se desconocen o se ignoran las externalidades positivas que producen y que permiten el sostenimiento de unos ecosistemas naturales bien conservados. Tal vez porque resulta difícil traducir en parámetros y datos esas externalidades.
Medir esos parámetros requiere de mucha información y contar con unos criterios o “indicadores” que sirvan para establecer comparaciones y poder acometer políticas que pongan en valor los beneficios ambientales y sociales que la actividad ganadera genera.
Desde la década de 1990, INTIA viene realizando ininterrumpidamente gestión técnico económica de ganaderías socias, buscando incrementar la rentabilidad de las explotaciones. Y desde comienzos del siglo XXI vio necesario investigar en los otros dos ámbitos de la sostenibilidad, de manera que esas explotaciones, además de rentables, fuesen medioambientalmente resilentes y estuviesen en un medio rural “vivible” desde el punto de vista social. A través de este artículo, queremos contar la experiencia de INTIA para fijar criterios de medición y potenciar la sostenibilidad de las explotaciones agroganaderas.