“Cuando la mayoría de la población estaba confinada y había mucho miedo, las carnicerías estaban abiertas y funcionando con normalidad. El miedo y la incertidumbre de los primeros días, rápidamente se quedó atrás cuando vimos que teníamos que ponernos las pilas y cumplir con nuestro papel de suministradores de un bien de primera necesidad para la población, como es la carne”. Así resume para Navarra Agraria los meses de confinamiento el presidente del Gremio de carniceros navarros, Luis Zuazu.
Hemos tenido que adaptarnos de la noche a la mañana. Una de las fortalezas de las carnicerías, y en general del pequeño comercio, es la flexibilidad para adaptarnos a los cambios, algo que se ha visto en esta crisis. En la primera semana del estado de alarma muchas carnicerías ya estaban preparando pedidos y realizando reparto a domicilio, recibiendo pedidos por WhatsApp….
Muchas veces nos quejamos de la presión que recibimos de las grandes superficies, pero tenemos una ventaja frente a ellas, que no explotamos lo suficiente, y es la capacidad de adaptarnos con rapidez a los cambios. La crisis del covid ha sido un ejemplo.