Las vides viejas no solo son la historia de nuestros vinos, también nos hablan de nuestra cultura y nuestro pasado, de los paisajes de nuestra tierra. Pero además, con sus identidades singulares, esas cepas antiguas guardan tesoros genéticos que pueden contribuir a la pervivencia de una agricultura de tradición secular en los tiempos del cambio climático.
En Navarra, y en concreto en los últimos dos siglos, el abanico varietal de la vid ha sufrido cambios que han dado lugar a la diversidad que hoy nos encontramos en el viñedo de más edad, con más de 60 años. El reconocimiento, identificación y catalogación histórica de las variedades se antoja imprescindible al objeto de conocer la evolución temporal del abanico varietal genuino de Navarra.
De ahí la importancia del Conservatorio de Cepas de EVENA, ligado al proyecto de recuperación del viñedo iniciado en 1988.
El Conservatorio y su patrimonio vegetal han sido centro de atención informativa a raíz de la celebración de la Jornada de Vinos Old-Vidaos el pasado 5 de agosto y con motivo de la visita de la Consejera de Desarrollo Rural y Medio Ambiente del Gobierno de Navarra, en el acto oficial de cierre de vendimia del 27 de octubre de 2021.
En este artículo se relata cómo la estrategia de recuperación y conservación de la diversidad en el ámbito de la producción vitícola de Navarra, a partir del material vitícola antiguo, ha propiciado la entrada de 63 variedades en el Conservatorio de Cepas de Evena en Olite, y cómo a partir de diversas fuentes, se ha conseguido catalogar y datar el cultivo de estas viníferas en Navarra.
Este patrimonio genético vitícola propio puede constituir una alternativa en futuros escenarios tanto ambientales como comerciales. Así, los proyectos Vitisad y Minorvin trabajan en el desarrollo de estrategias para adaptar los viñedos al Cambio Climático usando, entre otros recursos, la resiliencia de variedades minoritarias.