Atrás se quedaron las estampas típicas de septiembre y octubre en la Ribera navarra, con los remolques y carros llenos de cajas de tomate, las cuadrillas en las tomateras, la familia entera recolectando tomate el fin de semana, en pequeñas parcelas de menos de 1 hectárea... Hoy veinte años después, nos encontramos ya desde primeros de agosto en la carretera con remolques llenos a rebosar de tomate a granel, o camiones con bañeras; y si nos introducimos por los caminos, en parcelas grandes vemos las cosechadoras, con dos o tres personas, recolectando en una hora lo que antes hacían 10-15 personas al día. Esta evolución ha sido posible gracias a la introducción de una serie de cambios (utilización de variedades híbridas, planta en cepellón, acolchado, goteo y recolección mecánica), que se han ido produciendo a lo largo de los últimos 25 años. La rápida incorporación de estas nuevas técnicas, promovidas por el ITG Agrícola, ha llevado a aumentar las producciones de forma importante, hasta lograr medias superiores a 80 -90 t/ha en algunas zonas, a reducir la necesidad de mano de obra (hoy escasa en el campo, por otra parte) gracias a la mecanización, y a hacer más cómodo y rentable el trabajo del agricultor.
Navarra Agraria cuenta en este artículo cuáles han sido los pasos que se han dado en esa evolución vertiginosa, con datos reales, y cuáles son las perspectivas de futuro más inmediatas en ese cultivo tan importante en los regadíos de la ribera del Ebro.