La campaña cerealista 2004-05 ha estado marcada por la sequía a nivel global en todo el Estado, y en Navarra esta circunstancia climatológica se ha dejado notar especialmente en los secanos de la Ribera en donde las producciones de este año de trigo y cebada se han reducido a la mitad respecto a las de la campaña anterior.
La sequía ya se dejó notar al inicio de la campaña, con unos meses de septiembre y octubre secos que ocasionaron problemas graves de implantación en la colza. Este cultivo, que en este año empezaba a repuntar gracias a la demanda de aceite para producir biodiesel, se ha visto muy penalizado, perdiéndose la mitad de la superficie sembrada y obteniéndose rendimientos insuficientes, un 20% menos que el año anterior, en las parcelas donde llegó a cosecharse.
Las heladas invernales fueron un mal menor frente a los daños causados por la sequía aunque también las hubo fuertes, especialmente en febrero, y produjeron daños en algunos cultivos.
Afortunadamente los cereales soportaron bien este accidente, aunque algunas parcelas de avena se vieron más afectadas. El que sí se vio muy penalizado fue el cultivo de brasica carinata para biomasa que perdió la mayor parte de su potencial.
Hasta el mes de abril la sequía hacía presagiar un final catastrófico pero afortunadamente llegaron las lluvias de primavera tanto en abril como en mayo e hicieron el milagro de una cosecha final abundante en todas las zonas, si exceptuamos los secanos de la Ribera de los que ya hemos hablado.
En los gráficos del artículo se puede observar que, durante el primer trimestre del año 2005, las lluvias se situaron por debajo de la media de las mínimas de los últimos 40 años. Se trata por tanto de uno de los inviernos más secos de ese periodo.