Este es el tercer capítulo de una serie dedicada a analizar la influencia que tiene, para la calidad de la carne, el manejo de los cerdos durante el proceso de carga y transporte al matadero.
Como ya se vio en los dos capítulos anteriores (revistas 162 y 163), un mal manejo y unas instalaciones inadecuadas producen estrés en los animales e incluso les pueden provocar daños físicos importantes.
El bienestar animal durante las distintas fases de la producción, es hoy en día motivo de preocupación para los consumidores y se está convirtiendo en un elemento de presión de los consumidores hacia el sector productivo. El consumidor demanda seguridad alimentaria y calidad. Conocedor de que las mejoras en el bienestar animal se traducen por lo general en una mayor calidad del producto final, las exige.
Las mejoras conllevan, lógicamente, un gasto y obligan a los ganaderos, en este caso, a realizar un esfuerzo.
El sector productivo argumenta que la aplicación de la nueva legislación comunitaria en este sentido, mucho más estricta, supone un encarecimiento del producto y una pérdida de competitividad frente a otros países.
Sin embargo, el bienestar animal puede resultar rentable si se busca el equilibrio entre los costes que supone y los beneficios que aporta. Un mejor bienestar animal se correlaciona directamente con una mayor productividad, homogeneidad y/o calidad del producto y, por tanto, invertir en bienestar puede resultar no sólo una exigencia legal, sino un beneficio.
En esta tercera parte del informe, vamos a ver qué pérdidas y deterioros sufre la carne de porcino a causa de un mal manejo, lo cual se traducirá finalmente en una pérdida económica para el ganadero, ya que recibirá un pago menor por la carne depreciada.