El sorgo (Sorghum bicolor L. Moench) es una planta anual perteneciente a la familia de las gramíneas. Sus exigencias, similares a las del maíz, hacen que se adapte perfectamente a las condiciones climáticas de verano en la mayor parte de Navarra.
Es más exigente en temperatura que el maíz, ya que paraliza su crecimiento por debajo de los 10 ºC. Necesita agua para la germinación y las primeras etapas de crecimiento pero más adelante su potente sistema radicular le permite extraer agua de la reserva útil del suelo de forma más eficiente que el maíz.
Al contrario que éste, el sorgo tiene capacidad de rebrote, por emisión de nuevos hijuelos tras una siega o pastoreo, siempre que se mantengan las condiciones climáticas adecuadas.
En las primeras fases de su desarrollo y en los rebrotes jóvenes, tras un aprovechamiento intermedio, contiene una proporción alta de un glucósido cianógeno llamado “durrina” que puede provocar el envenenamiento y muerte de animales que se alimenten con forraje de estas características. Esta proporción disminuye conforme se desarrolla el cultivo y no supone riesgo alguno cuando la planta supera los 50 cm de altura. Esta altura se debe respetar, de forma absoluta, para cualquier aprovechamiento (siega o pastoreo).
Comercialmente se encuentra semilla tanto de sorgo no híbrido como de híbridos de sorgo de la misma subespecie e hibridos de ésta con “pasto del Sudán” buscando con esta última hibridación una mejora del carácter forrajero del cultivo.
En el verano de 2008 se planteó desde ITG Ganadero un ensayo de variedades de sorgo y sus híbridos para conocer la producción, su valor nutritivo y la adaptación a dos aprovechamientos durante su ciclo vegetativo. En este artículo se presentan los resultados obtenidos.