Uno de los principios de la producción agraria ecológica es el mantenimiento y aumento de la vida y la fertilidad natural del suelo. Todas las prácticas que se hacen en este tipo de agricultura van encaminadas a ello, a mantener los suelos fértiles para poder realizar así una agricultura perdurable.
La horticultura, máxime si se cultiva en invernadero, es una agricultura intensiva, de tal forma que las extracciones que se realizan del suelo son mucho mayores y, por tanto, mantener e incrementar ese nivel de fertilidad requiere que todas las acciones realizadas con dicho fin deban ser llevadas a cabo de manera sistemática y rigurosa.
Una de estas prácticas es el cultivo de abonos verdes, que aparece citado en el reglamento CE 834/2007 sobre producción y etiquetado de los productos ecológicos, en el artículo 12, como medio adecuado para ello. Se trata de cultivar biomasa entre cultivos para incorporarla al suelo e incrementar su fertilidad. Constituye una práctica muy interesante y poco extendida de la que informamos en este artículo.