Los cultivos de biomasa han sido intensamente estudiados en los últimos años, desde el cambio de política agrícola de la Unión Europea, que incluye un creciente interés por los materiales renovables y una política de compromiso para controlar las emisiones de CO2.
En la actualidad, y debido principalmente a los altos precios del crudo y a su inestabilidad, la energía procedente de la biomasa y en el caso del sorgo, los cultivos energéticos, se sitúan día a día en el punto de mira para la producción de energía eléctrica.
Cuando se realiza un cultivo para obtener biomasa transformable en energía, el balance energético tiene una importancia fundamental. Un cultivo energético tiene que presentar como principal característica un balance energético positivo, es decir, debe producir más energía que la que se consume en su cultivo y recolección, sin contabilizar la energía solar que utiliza.
Actualmente, en Navarra, el cultivo en regadío más interesante para la producción de calor y/o electricidad es el SORGO (Sorghum bicolor), que presenta balance energético positivo.
La sostenibilidad económica es uno de los factores clave para el desarrollo efectivo de los cultivos energéticos, aunque debemos tener en cuenta determinadas ventajas de los mismos:
- Recurso renovable en periodos cortos de tiempo.
- No favorecen el efecto invernadero.
- Canalización de excedentes agrícolas alimentarios.
- Posibilidad de reducción de gastos en la producción con destino biomasa.
- En este artículo hacemos un balance de los resultados obtenidos en una década de experimentación del ITGA.