Más de 50 personas de diferentes municipios navarros, que han conservado diferentes especies de semillas, han contribuido al éxito de este proyecto desarrollado por INTIA. En total, desde el año 2018 cuando se iniciaron los trabajos de localización, se han conseguido recuperar 78 semillas diferentes de distintas zonas de la Comunidad Foral gracias a esta iniciativa de recuperación de semillas incluida en el proyecto Life-IP NAdapta-CC como estrategia para luchar contra los efectos del Cambio Climático.
El proyecto de recuperación de semillas antiguas se ha desarrollado en las fincas experimentales ubicadas en Sartaguda y Santesteban/Doneztebe, donde se han llevado a cabo los trabajos de multiplicación de semillas. El equipo de INTIA que lo ha llevado adelante está formado por Amaia Uribarri y Asun Tiebas del área de Experimentación, con la estrecha colaboración de Salomón Sádaba y José Diego Sarratea, de las fincas experimentales.
El caso más paradigmático de este proyecto de recuperación de semillas es la melona, un cultivo singular casi desaparecido que INTIA ha podido rescatar.
Se trata de una planta que hace años que dejó de cultivarse de manera general en Navarra pero que se pudo rescatar gracias a que todavía se sigue cultivando en algunas superficies de terreno de Murillo el Fruto en La Ribera y gracias también a que una persona residente en Ujué/Uxue se prestó a colaborar y posibilitó la recuperación de las semillas antiguas de esta especie tan singular. En la finca de INTIA en Sartaguda, estas semillas han podido multiplicarse con lo que se garantiza la continuidad de esta especie que se encontraba prácticamente desaparecida. La melona, como comúnmente se la conoce en la Ribera de Navarra, es una especie de sandía (citrillus sp) de la familia de las Cucurbitáceas.
Según los datos y testimonios recogidos en la guía elaborada por INTIA de todas estas especies, nadie sabe datar con certeza la antigüedad del cultivo de la melona. “Este tipo de sandía era muy común sembrarla en muchos pueblos de estas zonas y era habitual comer su dulce elaborado en muchas casas”, afirman desde el equipo de INTIA, responsable del proyecto. Se estima que su consumo habría podido desaparecer a comienzos de la década de los 70 y prácticamente en la actualidad ha dejado de cultivarse.
En cuanto a los aspectos agronómicos de esta planta, la fecha adecuada para la siembra de la melona es el mes de mayo. El peso de mil semillas ronda los 136 gramos y su vegetación es muy sencilla, siendo una planta rústica. Además, en la fase de multiplicación de semilla de esta campaña, la melona se ha podido desarrollar sin problema de plagas y enfermedades. Cómo todas las cucurbitáceas se trata de una planta rastrera y produce grandes frutos de forma oval que pueden llegar a pesar más de 10 kilos. Su piel es de color verde claro, de bastante dureza exterior y cuando se deja madurar demasiado, se vuelve amarilla y su interior se pierde enseguida. La recolección de esta especie se realiza en torno al mes de octubre. Se usa para confitería y elaboración de mermelada ya que sus frutos no son aptos para consumo en fresco, pues su carne apenas tiene sabor.
Por último, INTIA hace un llamamiento a las personas que quieran seguir colaborando en la recuperación de este tipo de semillas antiguas y locales y les pide que se pongan en contacto con la sociedad pública en el teléfono 948 01 30 40. Para aquellas personas interesadas en cultivar y garantizar la continuidad de estas semillas, se guardan en cantidad suficiente en el Banco de Germoplasma de Especies Hortícolas del Centro de Investigación y Tecnología Agroalimentaria de Aragón (BGHZ – CITA) en Zaragoza.